Un reloj de bolsillo es aquel que se lleva en un bolsillo sujeto con una pequeña cadena, por oposición a los relojes de pulsera, que como su nombre indica se llevan en la muñeca sujetos con una correa. Desde su aparición a mediados del siglo XV los relojes de bolsillo fueron utilizados de forma generalizada, pero a partir de fines del siglo XIX los relojes de pulsera los han reemplazado casi por completo, aunque siguen siendo un símbolo de elegancia.
Características de los relojes de bolsillo
Los relojes de bolsillo son relojes de pequeño tamaño que se pueden llevar en el bolsillo, por lo general sujetos con una cadena que evitar perderlos y permite tenerlos a mano.
Desde la aparición de los primeros relojes de pulsera a fines del siglo XIX, los relojes de bolsillo están en desuso, ya que han sido reemplados por el reloj de pulsera.
El reloj de bolsillo, puede decirse que es de los primeros relojes de uso personal que han existido. Hizo su aparición a mediados del siglo XV y eran usados únicamente por los caballeros. Posteriormente se hicieron relojes de bolsillo en forma de pendiente o prendedor para las damas y los primeros relojes de pulsera o brazalete, también para ellas.
De hecho, inicialmente los relojes de pulsera fueron poco populares entre los varones, que preferían el reloj de bolsillo y desdeñaban los relojes de pulsera porque los consideraban una joya femenina.
Los relojes de pulsera surgieron como una evolución de los relojes de bolsillos, gracias a los pilotos de aviación que simplemente se ataban un reloj de bolsillo a la pierna o en el brazo por encima del traje de aviación, mediante una correa. Esta forma de llevar los relojes de bolsillo, con los años ha dado lugar a lo que hoy conocemos como reloj de pulsera.
Los caballeros utilizaban el reloj de bolsillo en diferentes modelos y calidades, y lo llevaban generalmente prendido de una cadena, llamada leontina, sujeta al ojal del chaleco, a la cintura o a alguna otra prenda de vestir, según el caso, cuya función era asegurar el reloj contra golpes y caídas, además de tenerlo al alcance de la mano en el momento necesario.
Tanto el reloj de bolsillo como la leontina podían ser de diferentes modelos y calidad, por lo que algunos se consideran auténticas piezas de joyería. Muchos de ellos han alcanzado un gran valor como piezas de colección debido a su calidad, materiales, procedencia, antigüedad o diseño.
Los relojes de bolsillo por lo general cuentan con una tapa con bisagra que al mismo tiempo es decorativa y protege el cristal del reloj contra golpes y rayones, aunque algunos modelos carecen de ella.
Los relojes de bolsillo son generalmente de funcionamiento mecánico y es necesario darles cuerda, aunque existen también modelos automáticos. Aunque la mayoría de relojes de bolsillo son de movimiento mecánico, y por tanto analógicos ya que muestran la hora mediante manecillas, también existen modelos de movimiento electrónico, con pantalla LCD y con características comunes a otros relojes electrónicos, que muestran la información en formato digital mediante números.
A pesar de que actualmente los relojes de bolsillo están en desuso y han sido desplazados por el reloj de pulsera, utilizarlo es visto como signo de elegancia, lujo y etiqueta, y son muy demandados por los coleccionistas de relojes. Es tal el encanto de los relojes de bolsillo, que en la actualidad se fabrican réplicas electrónicas de diversas calidades, así como diseños novedosos, en rangos muy extensos de precio y calidad.