Un clorador salino para piscinas es un aparato de electrólisis por el que se hace circular el agua de la piscina, en la que previamente se ha disuelto sal común (NaCl) en una concentración aproximada de 5-6 gr/l, de tal modo que mediante descargas eléctricas trasforma la sal en hipoclorito sódico (NaClO) y ácido hipocloroso (HClO), consiguiendo así desinfectar el agua. Las principales ventajas de los cloradores salinos son que evitan trastornos para la salud, así como los riesgos de la utilización de productos químicos.

Cómo funcionan los cloradores salinos para piscinas
Los tratamientos mediante cloración salina mantienen limpia el agua de la piscina mediante un proceso de electrólisis que convierte la sal común (cloruro sódico, NaCl) previamente añadida al agua, en hipoclorito sódico (NaClO, cuya disolución en agua es conocida como lejía) y ácido hipocloroso (HClO), agentes desinfectantes comúnmente utilizados en piscinas. Una piscina con clorador salino no está libre de cloro, simplemente emplea sal añadida y un generador de cloro en lugar de la adición directa de cloro.
La electrólisis consiste en la descomposición de una sustancia mediante corriente eléctrica. La cloración salina es una simple reacción de electrólisis a partir del agua de la piscina con una ligera concentración de sal común, de 5-6 gramos por litro. Esto supone añadir 5-6 kilos de sal común por cada 1.000 litros de agua, es decir, por cada metro cúbico. Se trata de una pequeña concentración de sal, prácticamente imperceptible por el bañista, por ejemplo en comparación el agua de mar alcanza los 35 gramos de sal por litro.
Reacciones químicas dela electrólisis
Por medio de la aportación de una diferencia de potencial en unos electrodos se produce la siguiente reacción a partir de la sal común (NaCl) y el agua (H2O), en la que se produce hidróxido de sodio (NaOH, comúnmente llamado sosa), hidrógeno y cloro:
2 NaCl + 2 H2O → 2 NaOH + H2 + Cl2
A continuación los productos se mezclan libremente, por lo que las reacciones posteriores tienen lugar muy rápidamente.
El cloro reacciona con una solución de hidróxido de sodio (NaOH) para dar cloruro sódico (NaCl) e hipoclorito sódico (NaClO):
Cl2 + 2 NaOH → NaCl + NaClO + H2O
El hipoclorito sódico (NaClO) en el agua produce ácido hipocloroso (HClO, el desinfectante que queremos) e hidróxido de sodio (NaOH):
NaClO + H2O → HClO + NaOH
Algo de cloro reacciona también con el agua para formar ácido hipocloroso (HClO) y ácido clorhídrico (HCl):
Cl2 + H20 → HClO + HCl
El ácido hipocloroso (HClO) a su vez, se descompone en ácido clorhídrico (HCl) y oxígeno:
2 HClO → 2 HCl + O2
Finalmente se produce una última reacción de neutralización entre el hidróxido de sodio (NaOH) y el ácido clorhídrico (HCl) para formar de nuevo sal común (NaCl):
NaOH + HCl → NaCl + H2O
El ácido hipocloroso (HClO), al igual que en todo tratamiento por cloración, es el producto desinfectante. En las reacciones que ocurren en el cátodo y el ánodo también se genera oxígeno y ozono como consecuencia de la hidrólisis del agua, lo que contribuye al proceso de desinfección y destrucción de organismos.
El clorador salino para piscinas, también llamado celda de cloración, célula de cloración o electrolizador de sal, consiste en una serie de placas de titanio paralelas (electrodos) recubiertas con rutenio o, en ocasiones, iridio. Algunos modelos hacen uso de placas perforadas o de malla, mientras que otros utilizan placas sólidas.
El circuito alimentador proporciona corriente continua a los electrodos formados por las placas paralelas, a través de las cuales circula el agua salada. Una de las placas se conecta al polo positivo del alimentador, y la otra al polo negativo. La corriente eléctrica proporciona la energía para realizar la electrólisis o proceso electrolítico que provoca diversas reacciones electroquímicas en cada polo, que generan los distintos compuestos.
Cuando el agua salada pasa por los electrodos, la sal común (NaCl, cloruro sódico) se convierte en hipoclorito sódico (NaClO) y ácido hipocloroso (HClO), desinfectantes activos que destruyen algas, bacterias y hongos. Estos desinfectantes se reconvierte en sal, volviendo de esta forma a renovarse el ciclo.
Este proceso puede aplicarse en todo tipo de piscinas. Para implementar el tratamiento con sal el usuario sólo tiene que conectar el clorador salino después del filtro, en serie con el circuito de depuración. Sirve el sistema actual de filtrado, por lo que no es necesario cambiar la bomba ni el filtro. De este modo, primero se filtra el agua y después se genera el cloro que llegará a la piscina al pasar por el proceso de electrólisis.
Ventajas
Veamos las principales ventajas del tratamiento con sal frente a la cloración química:
- Seguridad: Se evitan los riesgos asociados al transporte, manipulación y dosificación del cloro.
- Salud: La cloración salina evita algunos inconvenientes asociados al tratamiento químico del agua de la piscina con cloro en polvo y en pastillas, como la irritación y sequedad de la piel, los ojos rojos y el olor a cloro.
- Eficiencia: La acción combinada de los agentes desinfectantes que se generan durante la electrólisis, junto con otros productos de la hidrólisis del agua como el oxígeno y ozono, contribuye al proceso de desinfección y evita la formación de algas y bacterias.
- Economía: La cloración salina permite prescindir del uso del cloro y otros productos químicos, lo que supone un notable ahorro en trabajos de mantenimiento.
- Válido para cualquier piscina: Otra ventajas de los cloradores salinos es que son un sistema de depuración válido para todo tipo de piscinas, ya sean privadas, públicas, spas, balnearios, etc. Además, el pequeño tamaño del clorador salino hace que se pueda adaptar al sistema de depuración de cualquier piscina.