Ponerse en forma es uno de los propósitos más recurrentes entre la mayoría de la gente. Sin duda el día más clásico para hacerse promesas uno mismo es el 1 de enero, y la promesa de año nuevo más popular es este año voy a entrenar y me pongo en forma. El obstáculo principal para ponerse en forma es la motivación. Si no encontramos una buena motivación, un porqué que nos haga perseverar en los momentos de desgana y tentación, abandonaremos.
Pero existe un segundo obstáculo para ponernos en forma, infravalorado, y es que muchas personas desconocen qué es ponerse en forma, cómo ponerse en forma.
Ponerse en forma se fundamenta en la capacidad del ser humano para adaptarse y consiste básicamente en que cuando sometemos el cuerpo a una carga adecuada, llamada carga de entrenamiento (ubicada entre el umbral de estimulación y el umbral de máxima tolerancia)…
… el cuerpo reacciona volviendo al nivel inicial de forma y "un poco más". Ese "poco más" es la mejora, la sobrecompensación, de manera que una vez recuperados habrá aumentado nuestra capacidad de esfuerzo…
… y si repetimos los entrenamientos con una adecuada progresión de las cargas y respetando los intervalos de recuperación conseguiremos que mejore nuestra capacidad de rendimiento a lo largo del tiempo.
¿Cómo no ponerse en forma? Fácil…
… haciendo todo lo contrario. Si el siguiente entrenamiento lo hacemos cuando ya se ha pasado el efecto de sobrecompensación o aplicamos siempre la misma carga nos quedaremos estancados…
… Si no descansamos lo suficiente o la carga es excesiva, disminuirá nuestro rendimiento…
… y también disminuirá nuestro rendimiento si descansamos demasiado o la carga es insuficiente.
Programar correctamente las cargas adecuadas y los intervalos de recuperación es una ciencia compleja que sólo los mejores entrenadores dominan, pero comprender el mecanismo básico del entrenamiento nos ayudará mucho a entender nuestro cuerpo y sus reacciones.